Valor,
hermanos:
Probablemente
la mitad de nosotros está en la vejez.
Y la vejez, se dice, es la sede de la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús.
Y la vejez, se dice, es la sede de la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús.
Demos
esta sabiduría a los jóvenes.
Como
el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor, demos a los jóvenes la sabiduría de la vida.
Yo creo que la cercanía y la amistad nos sentarán bien a todos.
El
Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza que vivifica
y une hace un sólo cuerpo de muchos:
el Cuerpo místico de Cristo.
el Cuerpo místico de Cristo.
Nuestra vida es un camino. Cuando nos detenemos, hay algo que no funciona.
Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor.
El
que no reza al Señor, reza al diablo.
Caminar,
edificar, construir, confesar. Pero no es tan fácil, porque cuando
se camina, se construye, se confiesa, a veces hay sacudidas, hay
tirones, que no son movimientos propios del camino porque nos hacen
retroceder.
Y
yo quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el
valor; sí, el valor, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz
del Señor, de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que se
derramó en la Cruz y de confesar la única gloria: a Cristo
crucificado.
Y
así, la Iglesia irá hacia delante.
Deseo para todos nosotros que el Espíritu Santo y la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia:
caminar, edificar, confesar a Jesucristo.
Deseo para todos nosotros que el Espíritu Santo y la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia:
caminar, edificar, confesar a Jesucristo.