Peregrinos de la Vida

15 de marzo de 2013

Primera Homilía del Papa Francisco como Pontífice

                           
                       
Valor, hermanos:

Probablemente la mitad de nosotros está en la vejez.
Y la vejez, se dice, es la sede de la sabiduría de la vida. Los viejos tienen la sabiduría que les da el haber caminado mucho. Como los ancianos Simeón y Ana en el templo cuya sabiduría les hizo reconocer a Jesús.

Demos esta sabiduría a los jóvenes.
Como el buen vino, que con los años se vuelve todavía mejor,
demos a los jóvenes la sabiduría de la vida.

Yo creo que la cercanía y la amistad nos sentarán bien a todos.


El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza que vivifica y une hace un sólo cuerpo de muchos:
el Cuerpo místico de Cristo.

Nuestra vida es un camino. Cuando nos detenemos, hay algo que no funciona.
Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor.


El que no reza al Señor, reza al diablo.

Caminar, edificar, construir, confesar. Pero no es tan fácil, porque cuando se camina, se construye, se confiesa, a veces hay sacudidas, hay tirones, que no son movimientos propios del camino porque nos hacen retroceder.

Y yo quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor; sí, el valor, de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor, de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que se derramó en la Cruz y de confesar la única gloria: a Cristo crucificado.

 
Y así, la Iglesia irá hacia delante.
Deseo para todos nosotros que el Espíritu Santo y la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia:
caminar, edificar, confesar a Jesucristo.