Peregrinos de la Vida

19 de diciembre de 2012

 
Corona de Adviento
  
 Los cuatro colores simbolizan, el azul o morado, el camino hacia Dios. El verde, la esperanza. El  rosa o rojo, la alegría por la cercanía de Jesús y el amarillo o blanco, su esperada presencia.
 
 
El Adviento es tiempo de espera, de estar vigilantes.
 
Todas las esperas se hacen largas pero son necesarias.
 
La espera paciente enraíza la fe, fortalece la esperanza y agranda el amor.
 
La espera paciente hace valorar más lo que se espera, a la vez que capacita para recibirlo.
 
La espera paciente agranda la misma capacidad.

Simeón era hombre justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel.

 
Como el pueblo judío, ansiaba la venida del Salvador, rezaba, meditaba y se dejaba llevar por el Espíritu.

Es tiempo de silencio.

La corona de Adviento es una tradición cristiana que simboliza el transcurso de las cuatro semanas del Adviento.
 
Consiste en una corona de ramas (generalmente de pino o abeto) con cuatro velas.

 Comenzando el primer domingo de Adviento, el encendido de una vela puede acompañarse de la lectura de la Biblia y oraciones.
 
Durante las siguientes tres semanas se encienden el resto de las velas hasta que, en la semana anterior a la Navidad, las cuatro velas están encendidas.
 
Algunas coronas de Adviento incluyen una quinta vela, llamada "vela de Cristo", que se enciende en Navidad.
La simbología original es bastante universal y primitiva, relacionada con la muerte y renacimiento del sol en invierno.
 
El círculo como símbolo del tiempo reflejado en el ciclo de las estaciones.
 
Las ramas, significando la persistencia de la vida a través del elemento vegetal y la adoración al Sol como origen y fuente de la vida mediante la luz de las velas.
 
Cuatro velas decoran la corona de ramas verdes,
cuyo color se corresponde con el de las vestiduras del sacerdote a lo largo del periodo de Adviento.
 
Tres colores litúrgicos se utilizan en la corona de Adviento:
el morado, color de profundización espiritual y preparación en las velas correspondientes a las tres primeras semanas de Adviento.
El color rosado se usa en la misa del domingo de Gaudete o domingo de la alegría en la tercera semana de Adviento y resulta de la mezcla del morado con el blanco, para indicar la cercanía de Navidad.
Finalmente, en algunas coronas de Adviento se pone una quinta vela, más grande y de color blanco, que se enciende el día de Navidad.
El blanco en la liturgia simboliza pureza y tiempo de júbilo, y es usado en Navidad y Pascua.
En las iglesias y en los hogares cristianos el encendido de las velas es una preparación para la Natividad, se comparte la luz en las largas noches de invierno, recordando a los creyentes la venida de Jesús....
 
la luz del mundo.

 Una vez Jesús les habló, diciendo:
 
"Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida".

El Adviento es tiempo de preparación para recibir el Amor hecho niño.
El amor enriquece, orienta y alimenta la esperanza.
El amor hace la espera más desinteresada, más abierta, más limpia, más fuerte.
Esperamos lo que amamos y, según va creciendo el amor, crece también la esperanza.
El amor todo lo espera.
Pero no es nuestro amor el que celebramos sino el amor de Aquel que nos amó primero, del que nada ni nadie podrá ya separarnos.
El amor en María se hace disponibilidad total hacia el otro, hacia Dios; se ha vaciado de sí misma y vive para el Amor que le vive dentro.
Esta disponibilidad se hace acogida cálida, como el surco bueno y entrega al cuidado y servicio de la Palabra, sin condiciones ni límites.