Peregrinos de la Vida

5 de abril de 2013

Con nosotros está y no le conocemos.

Jesús resucitó y se quedó para siempre entre nosotros.

Junto a su Madre María. 


Y Madre Nuestra.


¡Ha resucitado y vive para siempre!
Que no pase este Tiempo de Pascua
sin haber conectado con Cristo vivo.


Lo que tengo que decirles lo han oído otras veces.

Olviden un momento la rutina:
esas reflexiones a veces tan monótonas que apenas les rozan la piel.
Olviden un momento la vida diaria:
las discusiones caseras, los huesos que duelen, las jaquecas,
las rabietas de los niños, los pelmazos que no dejan vivir.

Hoy quisiera que mis palabras sonaran a nuevas.
Si creen mi palabra, si de verdad toman en serio lo que voy a decir...
su vida será nueva, empezarán a vivir de una forma distinta,
la rutina diaria tendrá una profundidad desconocida,
las celebraciones religiosas les traspasará el alma,
la alegría que nadie puede quitar será su huésped,
la vida será una ruta acompañada por la esperanza.
Para que entiendan bien lo que voy a decir,
es necesario que el Señor esté con ustedes...
 
que tengamos levantado el corazón.
Esto es lo que hoy tengo que decir:
Jesús de Nazaret, el hijo de José y de María,
que a muerto injustamente y a sido sepultado..
¡¡Ha resucitado y vive para siempre!!!
La muerte ha sido vencida: el muro impenetrable,
la oscuridad existencial, el mal constante que nos envuelve,
la queja permanente... no son del todo verdad.
Alguien ha roto el misterio, a transformado la negra noche
en aurora luminosa y ha iniciado una nueva creación.
Cristo resucitado vive con nosotros y
no permite que se nos reseque el alma.
Cristo vivo está con nosotros y estará con nosotros
hasta que crucemos la frontera de la vida sin fin.

Cristo llama a tu puerta,
¡déjale habitar en tu corazón!